DON TITO CHUE Y LA CUYANCUA
POR: JOSE ALEJANDRO NERIO PINEDA
Sobre la yerba verde olorosa a campanilla, bordeando caca de vaca dura y alambres de púas, con su cuerpo escamado y veloz como escorpión recorría los cañales de San Ramón. Don Tito Chue sentado sobre una banca hecha de árbol de madre cacao con sombrero de paja y comiéndose una tortilla gris por ceniza del poyetón daba un sorbo a la guacalada de café de maíz, mientras una marimbita de cipotios lo rodeaba escuchándolo con la boca abierta lo que el decía.
-Cipotones esque ustedes nunca han oído la historia de la cuyancua?
-Todas las cabecitas piojosas de aquellos cipotios se movieron a la vez mientras tras ellos colgaba un racimo de guineo majoncho del cual la niña Lupe cortaba para dárselos a cada uno de aquellos barrigones.
-Pues si. Déjenme contarles una historia que no ha sido contada por no querer contar que se cuente.
-Todo ocurrió hace mucho tiempo cuando era yo bajito de estatura y le ayudaba a mi tata a sembrar la milpa, cerca del rió estaba llenando mi tecomate mientras apareció una viejita muy fea encorvada y con cara de brujo.
-Cipote te va ha salir la cuyancua. Me dijo.
-Aquí tengo mi machete. Le dije, pero al levantar la vista ya no estaba y mire para todos lados pero como algo extraño ya no estaba, -Se los juro.
-Mientras me agache para llenar de agua el tecomate sentí como uno brisa que me pego por la nuca, pero al voltear solo vide una sombra que se marchaba a lo lejos. –Me dio miedo pues podía ser un gato montes, así que agarre el tecomate y me jui para donde estaba mi tata. –El venia corriendo con cara de bravo y me dijo: -Cipote, que no viste que la cuyancua acaba de pasar para el rió y vos tranquilo como si nada.
-yo no dije nada y solo seguí a mi tata hasta la milpa, cuando estábamos tapiscando le pregunto: -tata, y que eso que le llaman la cuyancua. El solo me miro y me dijo: -Es la bestia horrible que se come a los chivos y a los chuchos y casi te come a voz utualito.
Mientras sacaban la cosecha comenzó a caer lluvia del cielo por lo que Tito Chue y su tata regresaron a su casa, mientras pasaban por la calle polvosa sintieron un tufo a chucho muerto y dijo su tata:
-Así jiede cuando la cuyancua se come a alguien.
Llegando a su casa estaban y mientras habría la talanquera, escucharon a lo lejos un grito, un sonido terrible, un chillido y su tata dijo:
-La cuyancua esta anunciando el invierno.
Entraron y serraron el falso mientras se dirigieron hacia la cocina de tierra, sobre la pared un Bristol y una estampa del niño de atocha. La mamá de Tito Chue le sirvió los frijolitos sancochados y cuajada y una guacalada de café de maíz. En el centro de la mesa un bote de curtido del que todos comieron mientras la noche se hacia dueña de las penumbras. Eran cerca de las once de las noche cuando despertó Tito Chue con sed, se levanto y agarro agua del cántaro de barro y regreso a su cama cuando estaba a punto de quedarse dormido escucho a lo lejos la bulla de los chuchos y un fuerte chillido, el se tapo con su perraje y trato de pegar el ojo.
Amanecía y Tito Chue no pudo dormir del miedo, mientras salía camino al pueblo paso por donde en día anterior sintió el tufo, pero esta vez ya no se olía a nada mas que frescura, las nubes estaban negras y parecía que llovería. Camino hasta el pueblo para traer el encargo de su mama, azúcar morena, café de maíz, y otras cosas. Ya pasada la mañana regresaba y mientras caminaba cerca de Atecozol escucho unos chillidos por lo que salio hecho un rayo sin voltear a mirar atrás. Cuando llego a su casa su mama le pregunto:
-Tito, que te pasa, bienes pálido.
Pero Tito no dijo nada y solo se fue a sentar a una banca, mientras su mama buscaba la cocina, Su tata asomo por la parte de atrás de la casa que estaba sobre una loma, con una iguana verde lista para ser preparada, pero Tito Chue al parecer había perdido el apetito.
Su tata le dijo que si no iba ha comer que fuera al frijolar a traer las pichingas que había dejado, eran cerca de las cuatro de la tarde cuando se fue pensando y rezando que no se fuera encontrar con la Cuyancua.
Cuando pasaba sobre un palo de papaturro que estaba sobre el rió sintió que algo lo seguía y al voltear quedo hecho piedra; frente a el estaba una enorme culebra que lo miraba con fuerza Alos ojos, pero el no podía moverse pues sobre su cuerpo la culebra tenia una cabeza de tunco. La culebra comenzó acercarse mientras el no podía ni hablar solo respiraba y la serpiente llego y esta no le hizo nada sino que se puso a la par de el. Tito Chue casi se desmaya cuando le comenzó ha hablar.
-No tengas miedo. No soy mala como mucha gente cree
Tito Chue ya no sabia si soñaba o era verdad, y trato de escapar pero se pellizcó un brazo y supo que no estaba alucinando. La cuyancua comenzó a deslizarse hasta la orilla y le dijo a Tito Chue.
-Sígueme te contare la historia del encantamiento.
Tito Chue la siguió hasta la orilla del rió, la culebra se deslizaba hasta unas piedras donde el rió caía varios metros abajo formando una pequeña cascada, dijo unas palabras y las aguas de abrieron como cortina mientras entro y le dijo a Tito Chue que entrara que no tuviera miedo. Tito Chue entro y cuando sus ojos volvieron ha ver la luz se encontraba en un jardin muy hermoso, cuyas aguas cristalinas llegaban hasta sus pies. Al mirar hacia su alrededor vio un árbol de mangos ciruelas del que corto uno y al morderlo sintió el sabor dulce como nunca antes. Cuando miro hacia atrás vio a una linda doncella tan hermosa que los rayos del sol parecían que la levantaban. Ella le dijo: -Me reconoces, soy la cuyancua.
Tito Chue le pregunto:
-Porque eres culebra y cerdo,
Cuyancua. –Sabes hace muchos siglos una hechicera malvada me convirtió en mitad culebra y mitad tunco.
-Yo era una princesa, hija del Dios Jaguar. –Pero la bruja pitzácat impidió que me casara con el príncipe yejcchín, Hijo del Señor de Tecpan.
-Y me lanzo este hechizo, el cual durara mil años
-Hasta que sea roto cuando este este la luna llena y el Volcán de Izalco este danzando con fuego.
Tito Chue respondió:
-Señora y porque matas a los chivitos y los chuchos?
Cuyancua. –No soy yo el que los mata, es un gato que vive en los contornos de Cuaita,
Cuyancua. –Pero la gente cree que soy yo.
Cuyancua. –Cuando lo único que como son matasanos y guineos.
Tito Chue. -¿Y hay forma de romper ese hechizo?
Cuyancua. -Si
Cuyancua. –Cuanto este la luna llena y el volcán arrojando piedras rojas y calientes tengo que sumergirme en el agua de Atecozol.
Cuyancua. –Entonces aparecerá mi príncipe desde la altura del volcán y se romperá el hechizo. Y dirá estas palabras:
Ho hermosa princesa
Tan bella como las hojas de primavera
Como capullos de algodón silvestre
Que lejos lleva el viento
Llévame alto
Como alto vuela las golondrinas
Como alto vuela el halcón
Como alto llega la vida
Que nadie sea testigo de nuestro amor
Más que el volcán de Izalco
Más que las ruinas de Caluco
O más que el cerro de los naranjos
Refresquémonos en las frescas aguas de atecozol
Como aquel ensueño que nos juramos
Que las piedras de la sierra
Dibujen collares de esplendor
Dibújame en el corazón
Santuarios de amor eterno
Para que este dolor se extinga
Y al fin se rompa el milenio
Tito Chue. – ¿Y cuando será eso?
Cuyancua. –Dentro de pocos días.
Cuyancua. –Joven tu eres hombre de buen alma por eso te regalare algo., habré ese caja y saca lo que encuentres ahí.
Tito chue abrió una caja de Bambú y descubrió que dentro estaba dos monedas de oro. Las tomo y dijo.
-Con esto comeríamos con mi nana y mi tata un año.
Cuyancua. –Cuando no tengas para comer ven cerca del rió, silva y yo saldré ha recibirte; pero no le cuentes a nadie acerca de este lugar.
Tito Chue salio de aquel lugar y al mirar hacia atrás no vio nada mas que el rió que corría, pensó que todo había sido un sueño pero cuando metió su mano en uno de sus bolsillos encontró las monedas de oro.
Pensó:
-En el pueblo me darían mucho si las empeño.
Sin pensarlo dos veces se dirigió al pueblo. Ya era de noche y camino por el barrio mientras pensaba en cuanto le darían. Llego hasta la casa de don Santo, el usurero del pueblo y toco fuerte la puerta. Salio una vieja sin dientes y le pregunto.
-Que quieres cipote?
Tito Chue. –¿Esta don Santos?. Quiero hace negocio con el.
La anciana se tiro una carcajada despiadada y le pregunto.
-¿voz?
-¿Acaso tienes algo que ofrecer?
Tito Chue saco las dos monedas de oro y se las puso en el rostro a la vieja, mientras ella se le salía la baba, miro para todos lados y de un jalón lo metió a la casa. Lo hizo sentarse en una silla mientras ella exclamo:
-Santos, Santos te buscan.
Un hombre mal encarado salio, sus gafas eran grandes y su rostro fruncido
-Pero que quiere este indio aquí?
-Yo no vendo guaro ni chaparro.
La anciana solo le dijo:
-Acércate y veras y se fue en dirección a la cocina.
Tito Chue saco las dos monedas de oro y el hombre casi se le salen lo ojos por las gafas y dijo:
-¿De donde te has robado estas monedas?
Tito Chue. –De ninguna parte.
Tito Chue ya se disponía ha marcharse cuando tras su espalda escucho:
-Te las compro en cien colones. –Con eso comerías dos años.
Tito Chue agarro el dinero que aquel usurero le dio y salio de aquel lugar mientras don Santos miraba las monedas las cuales mordió y descubrió que era de oro puro. Salio hacia la cantina; entro y se sentó justo en la mesa que daba hacia el volcán, mientras se encendía el coloso gris. Un tipo sin dientes se le acerco y le pregunto:
-Que me traes ahora.
Don Santos. –Estas monedas que le compre a un indito, y te las vendo a ti.
El tipo aquel sostenía una botella en su mano y al ver las monedas la dejo caer y las agarro.
-Donde las consiguió, son verdaderos tostones de oro.
Don Santos. –Saber solo las trajo y ya, dame trescientos colones y son tuyas.
El hombre le dio un mordisco y luego saco de su pantalón doscientos colones y se los dio a Don Santos mientras le decía:
-Si te trae mas me avisas para seguirlo y saber de donde las casa, a lo mejor encontró algún cofre con oro, acordare que los viejos ricos los enterraban en los montes. Así se escucharon aquellas carcajadas a lo lejos. Tito Chue camino en dirección de la vieja Chabela Chile, y al llegar frente a su puerta toco fuerte hasta que salio la vieja Chabela.
-¿Que buscas?, Dijo la vieja.
Tito Chue. –Vengo ha pagarle la deuda de mi tata, tome los cien colones y déme los papeles que le empeño, La vieja al ver el dinero salio hacia dentro y regreso volando hasta donde estaba Tito Chue, le entrego un papel y luego de contar el dinero cerro fuerte la puerta. Tito chue salio hacia su casa. Ya era casi de madrugada cuando vio que su tata lo estaba esperando en la entrada de la hacienda, venia con unos chuchos y machete en mano. Tito le explico todo pero no le creyó hasta que le mostró los papeles que había empeñado para la cosecha.
-Tata guárdelos bien escondidos. Dijo Tito Chue, mientras llegaban hasta su casa y se acostaba en su hamaca para quedarse dormido de cansado.
Un cheje cantaba cerca de la ventana de Tito Chue para despertarlo, bostezo y se bajo de su cama, camino un rato y llego hasta la orilla del rió, silbo y en un momento de entre las cascada que formaba salio la Cuyancua. Llego hasta la orilla del rió y le pregunto a Tito Chue.
-¿Que quieres cipote?
Tito Chue. –Podría darme otra moneda de oro.
Cuyancua. –Entra y abre la caja y saca las monedas.
Tito Chue entro y salio y entre su mano traía dos monedas de oro. Se despidió de la Cuyancua y se encamino hacia el pueblo. Llego hasta la casa del viejo Santos y este al verlo lo entro y le dijo:
-Me traes otras monedas.
Tito Chue. –Si, déme el dinero.
Don Santos le dio el dinero, mientras Tito Chue se encamino hacia la plaza del pueblo. El viejo Santos salio de prisa como alma que se lleva el diablo hacia la casa del viejo Toño cadejo y le dijo que el Indito de las monedas le habia traido mas.
Viejo Toño. –sigámoslo para ver de donde las saca.
Don santos. –Si y se las quitamos de una vez.
Tito Chue bajaba la cuesta de Izalco mientras los dos avaros escondidos entre la maleza y una jaragua lo esperaban. Tito Chue pasó y a lo lejos lo seguían el viejo Toño Cadejo y Don Santos. Justo antes de llegar cerca de la calle hacia Agua Caliente, los dos malhechores le salieron al paso:
Toño Cadejo. –Utual me dirás de donde sacas las monedas.
Tito Chue intento pegar guinda, pero un garrote de jocote lo hizo caer.
Cuando estaba a punto de darle con el machete Toño Cadejo, Apareció la Cuyancua.
Casi se mueren aquellos malos al ver a aquella serpiente con cara de tunco y sus enormes dientes. La calle de polvo era por donde corrían aquellos malvados. Tito Chue se despertó y luego se sentó bajo la sombra de un palo de níspero; le dio las gracias y siguió su camino.
Cipotios. –Aguelito y que paso después.
Tito Chue. –La cuyancua desde entonces canta en luna llena esperando a su príncipe, bañándose en las aguas de Atecozol, se sambute y juega. -Ella no es mala y cada vez nos avisa que esta cerca el invierno. Y cuando estoy solo y triste voy hacia el rió le silbo y mi amiga sale, hablamos y luego reímos. Ayer la vi. cuando fui por Atecozol, la vide feliz danzando sobre el agua fresca que baja de la sierra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario